sábado, 28 de noviembre de 2009

Una vieja canción que nos lleva a épocas alegres

CHRISTOPHER



Linterna, linterna,
Sol, luna y estrellas
Arde, luz mía
Arde, luz mía
Pero sobre todo, no mi linterna.



Voces de niños cantaban con júbilo una tarde cualquiera mientras sus madres hacian la colada y sus padres bebían una copa. El día había arrastrado a las nubes hasta nuestros pies y contentos brincabamos sobre ellas, salpicando su líquido en nuestras ropas. Dos niños  - una chica y un chico -  de pocos años de edad pero lo suficiente grandes como para mentirle a los extraños al decir que tenían diez años y que sabían andar en cuatro ruedas, estaban sentados compartiendo la galleta que con su dinero compraron.

Miré a los niños por un momentos. Ahí estaba el chico que de grande estaría encerrado en un uniforme y ahí estaba la chica que terminaría acorralada en un callejón con un alemán frente a ella. Para esto, solo pasarían diez años.

- ¿Naomi? -
La judía respondió con una dura mirada elaborada cuidadosamente con todos los sentimientos existentes para la ocasión.

- Naomi, por favor.-
supliqué tomando sus manos frías y abrazandolas con las mías. Naomi chilló sorprendida y su respiración era agitada. Esto lo sé pues estaba tan cerca de ella, que si estuviera yo en su lugar.. talvez haría lo mismo. Tras este último pensamiento, dí dos pasos hacia atrás.

 Linterna, linterna,
Sol, luna y estrellas
Enciérralo, el viento,
Enciérralo, el viento,
Debe esperar que estemos en casa.



Los dos niños miraban a otro grupo de su mísma edad (la real, no la ficticia) practicar para el desfile de San Martín. Llevaban linternas y sonrisas de oreja a oreja. Me acerqué a aquellos niños y escuché diversas conversaciones que surgieron al caer uno de ellos a un gran lodazal. El chico rubio de ojos azules se levantó con su ropa sucia en barro y como si nada pasase la canción siguió adelante.
Una risa me recordó a ella.

- Eres un nazi.-
Naomi apenas pudo decirlo y verme los ojos. Se sentía intimidada pero aún así, yo estaba seguro que ella no se iría. La palabra Nazi era evidentemente lo que le atormentaba mas que nada. Ella no comprendía que me dolía a mi también y que haría todo por regresar atrás a esos días donde compartíamos y cantábamos una vieja cancion que nos remonta a épocas alegres.

Me acerqué a ella y con mi pobre voz le canté al oído el último verso. Ella reaccionó de manera temerosa, pero al escuchar cada palabra.. se quedó quieta.

Linterna, linterna,
Sol, luna y estrellas
Quédate luminosa, linterna mía
Quédate luminosa, linterna mía,
Sino, mi querida linterna no luce.

Con esto, no solo pedía perdón.. también hacía una justificación.



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